Presentación

Este blog pretende crear un espacio que nos permita trabajar en clase contenidos de Lengua y Literatura, dar nuestra opinión sobre los libros que estamos leyendo, subir nuestras propias creaciones, jugar con las palabras ...¡todo lo que necesita un buen LETRAHERIDO! :D

martes, 7 de enero de 2014

EL QUIJOTE Y LOS MEJORES INICIOS DE NOVELAS

A todos nos han dicho en alguna ocasión que la primera impresión siempre es la más importante. Te lo susurró tu madre el primer día de clases, pensaste en eso durante la primera cita y lo tuviste muy presente el día en que fuiste a tu entrevista de trabajo. Para un libro esto no es la excepción. Es más, los autores no se pueden dar el lujo de dejar al vacío las primeras imágenes que transmitirán a la mente de sus lectores al abrir sus libros. Y es que, leer las primeras líneas -aunque no siempre-, es lo que definirá la trascendencia de su historia.

¿Por qué resulta tan importante? -Se preguntarán muchos-, “al cabo para el final del libro ni te acordarás” -dirán otros-. Déjenme decirles que no hay que menospreciar este aspecto, pues aunque más de uno consideraría empalagosamente cliché eso de el gran inicio de una novela, son en realidad las primeras líneas las que le dicen al lector qué esperar en términos de lenguaje, trama y carácter.

He aquí algunas líneas pioneras de los mejores inicios de novelas según la crítica.

“Llámame Ismael”
Moby-Dick, Herman Melville (1851)
“Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa”.
Orgullo y prejuicio, Jane Austen (1813)
 
“Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: ‘Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias’. Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer”.
El extranjero, Albert Camus (1942)
 
“Durante mucho tiempo, me acosté temprano”.
En busca del tiempo perdido, Marcel Proust (1913)
 
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre le llevó a conocer el hielo”.
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez (1967)
 
“Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”.
La metamorfosis, Franz Kafka (1915)
 
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.
Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes (1605)
 
“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no me apetece contarles nada de eso”.
El guardián entre el centeno, J.D. Salinger (1951)
 
“Era un viejo que pescaba solo en un bote en la corriente del Golfo y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez”.
El viejo y el mar, Ernest Hemingway (1952)
 
“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas;la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”.
Historia de dos ciudade, Charles Dickens (1859)
 
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía”.
Lolita, Vladimir Nabokov (1955)
 
“Cuando era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces”.
El gran Gatsby, F. Scott Fitzgerald (1925)
 
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”.
Pedro Páramo, Juan Rulfo (1955)

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